LA HIJA DEL MAIZ Yuawime era la hija de la diosa Otwanaka, “Madre Maíz” y del “Dueño del Maíz”, el dios Komalame. Cuando la niña diosa creció, fue dada en matrimonio a un hombre, Watakame, para que juntos compartieran el grano con su pueblo. Las deidades pusieron dos condiciones para la boda: el joven debía tratar a su esposa como su igual, y permitiría que la acompañara siempre su águila protectora. Ya en su hogar, la pareja se dividió las tareas. Watakame preparaba la tierra para el cultivo, mientras su esposa trabajaba en casa. Una mañana, la suegra pidió a la joven moler granos de maíz en el metate. Al hacerlo, las manos de Yuawime le empezaron a doler,...
CHICOMEXÓCHITL Chicomexóchitl nació de una manera milagrosa. Su madre, una mujer muy hermosa, fue un día a lavar su ropa al río, entonces, un tordo, fascinado por su belleza, dejó caer una de sus plumas sobre el pecho de la joven, dejándola embarazada. La abuela de la chica se enojó al verla encinta, pero al final cedió ante Chicomexóchitl, quien crecía hermoso, inteligente y trabajador. Le gustaba bailar, cantar y hacer música en el bosque con su flauta de carrizo, entre aromas de naranja y plátano, café y tabaco. Apenado porque los vecinos se quejaban de que sus melodías sonaban día y noche, el niño ofrecia a su madre y abuela llevar los frutos de la cosecha al mercado...
HOMSHUK Una noche, en el bosque tropical, la madre miró con tristeza a su hijo recién nacido: Ella sentía la muerte cerca y temía por la supervivencia de su bebé. Los dioses al ver que la vida escapaba de la joven madre, protegieron al bebé envolviéndolo en hojas secas, y al poco tiempo se convirtió en una especie de huevo. Una anciana que era caníbal, pues algunas veces escaseaba el alimento, lo encontró y lo llevó a su choza, donde el huevo se abrió. El niño que nació, Homshuk, era de piel blanca, como masa de maíz, y sus pelitos eran dorados, como el del maíz tierno. Conforme iba creciendo, las mojarras del río se burlaban de la apariencia...
EL PAJARO DZIU Y EL MAIZ Chaac, el Dios de la Lluvia, era invocado por los mayas para lograr buenas cosechas. Un día que salió del cenote donde moraba se preocupó al ver los sembradíos casi secos. El Señor de la Lluvia llamó a las aves y les dijo: “De ustedes dependerá la vida. Voy a quemar los campos de cultivo, les pido que salven las semillas de todas las plantas para volver a sembrarlas una vez que la tierra se haya enriquecido con las cenizas”. Entre las aves se encontraban los pájaros Dziú y Tho, el primero era humilde, con plumaje de colores; y el segundo, un ser de gran belleza, pero vanidoso. Tho salió volando a toda velocidad,...
QUETZALCÓATL Y EL MAIZ Una vez que los dioses crearon al hombre, estos se preguntaron de qué se alimentaría. La tierra recién creada ofrecía ya a los humanos raíces y pequeños animales de caza, pero necesitaban algo que los nutriera y les diera fuerza. Los dioses pensaron que los hombres deberían alimentarse de maíz, que sólo podía encontrarse más allá de las montañas que rodeaban el valle donde vivían los aztecas. El dios Quetzalcóatl prometió encontrarlo. En su búsqueda se topó con una hormiga roja que cargaba un dorado grano de maíz. Tras mucho interrogar a la hormiga, ésta accedió a llevarlo a donde lo había encontrado, dentro del Monte Tonacatépetl o Monte de Nuestro Sustento. Quetzalcóatl se convirtió entonces...
LA MADRE DEL MAÍZ Los primeros huicholes deseaban enriquecer su alimentación. Un joven había oído hablar de una planta con la que se podían preparar diversos y deliciosos manjares, que se daba más allá de las montañas y del Wirikuta, el territorio sagrado de los huicholes. Con el deseo de llevar el maíz a su gente, se puso en marcha. Al poco tiempo se topó con una hilera de hormigas, a las que siguió porque sabía que eran las guardianas del maíz. Después de una larga jornada el joven se durmió y las hormigas devoraron su vestimenta y el alimento que llevaba. Desesperado y hambriento, el huichol no sabía qué hacer, fue entonces que un pájaro se acercó y...